Aunque las reglas para manejar un automóvil son comunes a todos, cada conductor tiene su propia manera de hacerlo. Un toque personal en los gestos, en la presión con que ejerce los movimientos o en el orden de los mismos, que puede cambiar notablemente el estado de la maquinaria. Y es que hay prácticas que inciden directamente en la posibilidad de producirse una avería.
Una vez más, como reza el refrán, más vale prevenir que curar. Y aunque este es un apartado que podría extenderse infinitamente, vamos a partir de un mecanismo base como es el embrague y las acciones que pueden contribuir a alargar su vida útil y evitar inoportunas incidencias.
En primer lugar, cuando el coche está detenido ante un semáforo en rojo o un paso de cebra, hay que evitar presionar el embrague con el pie izquierdo, cosa que suele hacerse de forma inconsciente para tener un punto de apoyo. Esta pieza exige mucha suavidad y cualquier exceso de presión puede perjudicarlo. En este mismo sentido, el cambio de marchas debería realizarse de forma limpia. Es decir, pisando el pedal hasta el fondo para que la conexión sea adecuada y el disco del embrague no sufra.
Otra práctica recomendable es mantener las fundas de los pedales en el mejor estado posible. Echar un vistazo con frecuencia resulta sencillo y rápido pero, sobre todo, puede ayudar a impedir que la superficie alcance un desgaste tal que favorezca deslizamientos peligrosos del pie. Al realizar esta pequeña revisión, se puede aprovechar para estudiar el recorrido del pedal de forma que se advierta cuanto antes si el muelle actúa correctamente o de modo disfuncional.
Evidentemente las revisiones periódicas son una manera de detectar anomalías y proceder a su resolución antes de que se agraven los posibles daños. Esto implica comprobar también que todos los elementos de la suspensión responden adecuadamente ya que son los encargados de transmitir el movimiento del motor a las ruedas. Un fallo en dicha transmisión puede crear situaciones de riesgo que conviene evitar.
Y, por supuesto, es muy recomendable verificar que el nivel de lubricante de la caja es el idóneo y actuar en consecuencia en caso negativo. Se suele aconsejar el reemplazamiento del aceite apenas se detecte una alteración de los niveles, especialmente en los modelos con cambios automáticos de doble embrague.
En definitiva, hay que tener en cuenta que el embrague es uno de los componentes mecánicos de uso más frecuente y que, por tanto, está expuesto a un mayor desgaste. Por este motivo, exige un control meticuloso y un uso apropiado ya que los malos hábitos de conducción pueden generar importantes deterioros. Ante cualquier señal de posible avería (sonidos extraños, falta de engranaje..etc), conviene acercarse al taller de confianza para resolver el problema y evitar un empeoramiento que pueda poner en peligro la seguridad de la conducción.
Fuentes: eagletransmission/mapfremotor/ autopistas.com Imagen: PIxabay