La mayoría de nosotros tenemos muy presente que hay que cuidar el coche para evitar riesgos innecesarios y que cambiar el aceite o las ruedas es parte de dicho mantenimiento. Sin embargo existen otros elementos menos obvios que pueden pasarnos desapercibidos pero cuya sustitución es igualmente importante.
Los consejos que nos facilitan desde AUTOCASION.COM son generales porque lo ideal es revisar el manual de instrucciones de cada coche o el llamado libro de servicio, donde vienen especificados los planes específicos o incluso un listado con los puntos más relevantes y cada cuánto tienen que ser examinados. Como base hay que saber que algunos componentes del vehículo no sólo se desgastan con el uso sino también con el tiempo. De ahí que las revisiones periódicas del plan de mantenimiento sean cada 10.000 km o un año, por ejemplo. Pero aun cuando no se lleguen a realizar esos 10.000 km anuales, la inspección debe efectuarse igualmente.
El líquido de frenos, cada 2 años
Éste es uno de los elementos que envejece con el tiempo más que con los kilómetros. La mayoría de los líquidos de freno que se emplean en el automóvil son compuestos de un alcohol hidrófilo (cuyas moléculas tienen gran afinidad con las de agua). Esto hace que vaya absorbiendo el agua que hay en el ambiente provocando 2 efectos muy peligrosos:
- Descenso del punto de ebullición: hierve a menos temperatura y podemos quedarnos sin frenos, bajando un puerto, por un exceso de calor. El pedal se vuelve esponjoso y no logra detener el coche. Este efecto se conoce como fadding del líquido de frenos.
- El agua favorece la formación de óxidos y puede emulsionar el líquido, produciendo averías en el sistema de frenado.
Tener un accidente o reparar un cuerpo de válvulas del ABS es infinitamente más caro que cambiar (ineludiblemente) el líquido de frenos en un plazo máximo de dos años. Un litro de DOT 4 cuesta unos 10 euros y una hora de mano de obra. Un grupo hidráulico puede multiplicar por 30 ese importe.
El mismo fluido suele emplearse para el mecanismo del embrague en los coches con mando hidráulico. Por ese mismo motivo, también debemos sustituirlo aprovechando que hacemos lo mismo con el de los frenos.
Filtros: el del aceite y no sólo.
Es de sobra conocido que al cambiar el aceite se debe sustituir también el filtro (en cada cambio, no cada dos, como tienden a realizar muchos conductores). pero este no es el único filtro del coche. Resulta sorprendente que hasta 1978 a nadie se le ocurriera que, al igual que se colocaba un filtro de aire en el motor para no dañar los cilindros por la entrada de impurezas, se podía “tamizar” el aire que respiraban los pasajeros, bastante más importantes que cualquier propulsor. Así, la marca sueca Saab fue pionera al incorporar un filtro en la entrada de aire al habitáculo.
Dichos filtros se saturan rápidamente (sobre todo en las ciudades), porque están cargados electroestáticamente con el fin de atrapar el polvo, polen, etc. no hay más que echarles un vistazo para comprender el papel crucial que cumplen depurando el aire. Por eso no hay que saltarse su sustitución anual. Además, un filtro del habitáculo en mal estado puede provocar averías en el sitema de climatización malos olores y un mayor consumo energético -que se produce al reducir el flujo de aire-.
En el coche nos encontramos básicamente con los siguientes filtros:
- Filtro de aceite: se debe cambiar cada vez que se sustituya el propio aceite. En un coche moderno suele ser cada año o 20.000 km, lo que se produzca antes. En modelos más veteranos, el cambio debe hacerse cada 10.000 km. En cualquier caso consulta siempre el plan de mantenimiento de tu vehículo.
- Filtro de aire motor: muchas veces basta con limpiarlo y “soplarlo”. Se debe revisar al menos una vez al año, aunque suele durar algo más, dependiendo de lo polvorienta que sea la zona en la que nos desplazamos habitualmente.
- Filtro de combustible: lo normal es que se sustituya cada 4 años o 60.000 km.. Es especialmente importante en los motores modernos de inyección directa de gasolina, con el fin de evitar daños en la bomba de alta presión y en los inyectores.
- Filtro de aire del habitáculo: se debe cambiar una vez al año, así evitaremos la proliferación de ácaros y alergias.
- Filtro de aceite en la caja de cambios automática: es vital para la vida de la caja de cambios y se debe cambiar junto con el fluido hidráulico cada 60.000 km.
Filtros y frenos son elementos fundamentales de la maquinaria automovilística que conviene vigilar con atención para lograr un mantenimiento adecuado de nuestro vehículo. Evidentemente existen otros muchos aspectos técnicos de interés pero que serán objeto de futuros artículos. Recuerda que cuidar tu coche va más allá de ser diligente y aplicado: se trata de ser responsable con tu vida y con la de los demás.
Artículo publicado en autocasion.com Imagen: Pixabay.