Todo conductor, en algún momento, realiza maniobras poco recomendadas simplemente por el hecho de disfrutar de una conducción relajada. Gestos que, sin embargo, pueden poner en peligro la propia seguridad y la de los demás. Estos son los hábitos más peligrosos al volante…aunque parezcan triviales.
No prestar atención a las señales en los recorridos habituales.
El hecho de repetir de forma reiterada una ruta provoca, casi inexorablemente, el descuido en la carretera. Y es que no se presta suficiente atención a las señales precisamente por la confianza de conocer el itinerario. Sin embargo, es en este tipo de recorridos donde más siniestros se registran.
Manipular la radio, el GPS, o el móvil durante la conducción.
Cambiar de emisora de radio, encender o apagar el aire acondicionado o ajustar el retrovisor son acciones que duran segundos pero de gran importancia ya que bastan unos instantes para que el peligro haga acto de presencia. Actualmente la ley prohíbe fumar o utilizar el móvil para evitar que se produzcan distracciones pero una gran cantidad de conductores continúan despistándose al volante y perdiendo de vista la carretera con gestos como estos.
Conducir en «modo Rally».
La competitividad es una actitud que no conviene incorporar en la conducción a menos que se lleve a cabo bajo estrictas medidas de seguridad y sin tráfico. Recortar curvas, acelerar a tope ante un semáforo en ámbar o pegar volantazos y frenazos deberían ser actos absolutamente reservados para especialistas y entornos controlados..
No mantener la distancia de seguridad.
Otra de las prácticas más comunes entre la mayoría de conductores es la de acercarse en exceso al coche que circula por delante. No siempre es sencillo calcular la distancia adecuada pero siempre es posible aplicar la regla de los cuatro segundos. Basta con elegir un punto de referencia y, una vez que el otro vehículo lo sobrepasa, hay que tener el tiempo suficiente de contar hasta cuatro antes de llegar a él con el propio coche.
Malas posturas al volante.
Son pocos los conductores que adoptan una postura correcta de manos, pies, y espalda sobre el asiento. Lo más común es observar a quienes conducen con el pie apoyado sobre el embrague, con una sola mano, demasiado tumbados o inclinados sobre el volante, lo cual puede causar, en caso de colisión, mayores daños físicos.
No indicar las maniobras.
De igual importancia es el correcto empleo de los intermitentes para indicar la intención del conductor. No solo es un acto de convivencia en carretera, regulado además por ley, sino una medida de seguridad que puede ayudar a evitar muchos disgustos.
No prestar atención a los espejos retrovisores.
Los retrovisores también tienen su utilidad. Si bien nadie pone en duda su importancia, la mayor parte de los conductores prescinde de su uso en el día a día. Desafortunadamente son piezas bastante olvidadas pero deberían formar parte de la práctica habitual de cualquier conductor. Eso sí, sin olvidar que tampoco son infalibles. Presentan los objetos más cercanos de lo que realmente están y poseen puntos muertos en los que no detectan su presencia.
No estar atento de la mecánica.
Los coches son máquinas que emiten señales cuando algo no va bien. Por este motivo conviene escuchar las posibles pistas que puedan dar para evitar que pequeñas averías se conviertan en problemas mayores. Revisiones periódicas en el taller de confianza y examen continuo de piezas como los neumáticos ayudan a evitar incidencias desafortunadas y, a la larga, caras.
Descuidar dónde se dejan los bultos.
Cuando el coche va cargado es importante proceder a una correcta colocación del equipaje, no solo por motivos de orden y espacio sino por razones de seguridad. Un desplazamiento en masa (por la mala ubicación de las maletas) puede provocar la pérdida de control del coche y el movimiento de pequeñas piezas, aparentemente inofensivas como botellas, abrigos o bolsos, en caso de frenazo puede causar lesiones importantes .
Velocidad excesiva
Quizá el hábito más extendido sea el exceso de velocidad, una práctica que entraña todo tipo de riesgos y peligros. Se reduce la capacidad de reacción y el tiempo y espacio de frenado pero también provoca confusión en el resto de conductores por lo que se incrementa notablemente el grado de inseguridad en la carretera.
Todos estas son malas costumbres que pueden ser revocadas con facilidad. Basta un poco de esfuerzo para prestar atención a los gestos que se realizan durante la conducción y a las señales del propio vehículo para mantenerlo siempre en un óptimo estado. Vigilancia y rigor en la conducción para que, cada viaje, sea un seguro y auténtico placer.
Fuentes: motor.es/ autofacil/autopista.es Imagen: PIxabay