Mantener el coche a punto implica también ocuparse del estado de los faros delanteros y traseros ya que la suciedad o el empañamiento pueden impedir que alumbren correctamente. Y conviene recordar que la iluminación exterior es un elemento crucial para una conducción segura y responsable por lo que habrá que prestarle la atención necesaria.
Existen algunas pautas sencillas que pueden ayudar al conductor, principiante o experto, a cuidar correctamente este importante aspecto técnico del automóvil y a conservarlo en óptimas condiciones, empezando por saber que todo tiene una duración limitada en el tiempo…
1- Tener siempre a mano un kit reparador.
Hay que tener en cuenta que, generalmente, los faros son de policarbonato porque es un material que asegura cierto grado de resistencia. Sin embargo, debido a su naturaleza porosa, vienen revestidos de una película protectora que no dura una eternidad. Y así, con el paso de los años, la exposición constante a las bombillas, a los rayos UV y las sustancias químicas externas, se va deteriorando y adoptando un aspecto opaco. Es precisamente esta opacidad la que debilita el haz de luz de los faros y reduce su área de cobertura por lo que deja notablemente dañada la capacidad de iluminación del vehículo. Para resolver esta situación en primera instancia existen los kits de restauración que reparan los faros nublados, opacos y de color amarillento deshaciéndose de la película afectada para reemplazarla por otra capa protectora nueva. No obstante, siempre es aconsejable recurrir a los técnicos expertos ya podrán indicar con exactitud el grado de deterioro que presentan los faros y si el kit restaurador puede ser o no de ayuda.
2- Realizar una revisión profesional en determinadas épocas del año, especialmente de cara al otoño y al invierno, ya que son períodos en los que los faros pueden experimentar más daños y sufrir por las severas condiciones meteorológicas externas.
3- Evitar cualquier exceso de carga y equipaje en el coche ya que la exageración de peso puede incrementar la inclinación de los faros y deslumbrar, a causa de dicha alteración, a los conductores que circulan en sentido contrario.
4- Controlar la fijación de los faros. Cualquier desajuste puede generar vibraciones responsables de un desgaste prematuro; falta de visibilidad (que se acentúa en la frenada) y fatiga visual.
5- Inspeccionar periódicamente la intensidad de la luz y reemplazar las unidades necesarias en cuanto se detecten deficiencias para asegurar una excelente visibilidad en todo momento.
Como en la mayoría de los casos, más vale prevenir que lamentar y esta premisa se puede aplicar sobre todo a aquellas situaciones, como la conducción, en las que puede ponerse en peligro la seguridad propia y ajena. Por este motivo es importante que el sistema de iluminación funcione correctamente para ver con claridad y poder reaccionar ante cualquier imprevisto que pasaría desapercibido con una luminosidad reducida. Y para asegurarte de que todo se encuentra en perfecto estado, cuenta con la profesionalidad del taller de JOSENEA donde nuestros técnicos se ocuparán siempre de que tu vehículo esté siempre en óptimas condiciones.
Fuentes: pruebaderuta/autobild/motorelpaís Imagen: Pixabay.